ARGENTINA Y CUBA. Dos manifestaciones de la poesía contemporánea.

Traigo hoy a dos poetas de alto calibre en la escritura del verso, en la alquimia poética a través de la palabra. Ella, Rafaela Pinto; él, Jesús Alvarez P. Ambos con una misma constancia y disciplina. Laboriosos ambos en la busqueda del elemento metafórico en la magia del poema a fin de que surja del mismo, la poesía. ERdelValle.

 

RAFAELA PINTO

(Buenos Aires, Argentina

1950)

Es abogada, especializada en Derecho Aeronáutico y Espacial. Ha publicado tres libros de poemas: ‘Feroz Eucaristía’ (Ediciones Botella al Mar, Argentina, 2008), Actualmente forma parte del directorio de escritores de Biblioteca Digital Siglo XXI e integra el de REMES (Red Mundial de Escritores en español).

POST VIDA

La muerte encanecida
entre mis pies de yeso
se jugará a los naipes mi poema,
el último que escriba
con tinta del infierno
que muerda mi garganta de poeta.

Se pensará triunfante
al ver cómo envilece
mi voz en las anáforas del viento,
mas no podrá gozarse
-hetaira maloliente-
de avinagrar el fuego de mi verso.

Podrá mi mano ciega
no andar entre los libros
definitivamente desterrados
para la calavera
hundida en el sigilo
de un sueño de metal y abecedario.

Mas quedará mi nombre
prendido de una rima
que espigue en tu memoria alguna tarde
y no sabrás de dónde
-verbosamente viva-
me habré llegado a ti por un instante.

JESUS ALVAREZ PEDRAZA.

Calimete, Matanzas, Cuba, 1952.

Poeta, Narrador y declamador. Ha obtenido múltiples premios nacionales e internacionales por su poesía. Su obra se ha dado a conocer en varias antologías, en Cuba, EE.UU, España, México, Perú, Chile, y otros. Tiene pu-blicados los libros: Yo sé que la piedra sueña y El otro bosque.

Entre sus premios se encuentran: Premio en Poesía del Círculo de Collegno en Italia.

Carta Lírica , Miami Estados Unidos

Premio Poesía del Instituto de Cultura Peruana. Reside en EUA.

DISTANCIA MARCHITA

Mas allá de los peces desvelados
que trituran las nieblas que se agotanhay silencios redondos que rebotan
en la sal de los vientos amarrados.

Mas allá de los mares despeinados,
de las piedras en fugas que le brotan,
hay corales antiguos que alborotan
los ruidos de los días ya cansados.

Y mas acá, la noche que se estrella
en el vaso que duerme una centella
pregunta por las aguas que se han roto,

por el polvo parido de las manos
donde cantan a veces los veranos
en el árbol marchito de la foto.

Deja un comentario